676 985 101

Psicología Clínica, Neuropsicología, Terapia Familiar Sistémica, Logopedia, Integración Sensorial

neuron@neurondiverso.org

DÍA MUNDIAL DEL SÍNDROME DE DOWN

mar 21, 2022

Empecemos con un poco de teoría…

El síndrome de Down es un trastorno ya bien conocido por todos. La primera vez que se describió, fue en el año 1866 por el médico John Langdon Down.

Se produce por una alteración cromosómica, debida a un error en la división celular, en concreto, se produce una copia adicional del cromosoma 21. Por ello también conocemos a este síndrome como Trisomía 21.

Es la causa más frecuente de discapacidad intelectual dentro de las alteraciones cromosómicas.

En cuanto a prevalencia, no hay diferencias entre razas o clase social.

Y en cuanto a la clínica, conlleva afectación cardíaca congénita, pérdida de audición, leucemia, demencia y pérdida de la memoria, entre otras.

Pese a toda esta información, año tras año intentamos concienciar a personas que viven desinformadas, de que estos niños, y no tan niños, son igual de diferentes que el resto de las personas, es decir…Es que todas las personas somos diferentes!!…o ¿es que yo soy igual que tú?

Todavía hay muchas murallas que derribar en torno a este síndrome y a los prejuicios que se crean, pero éstos solo son creados por personas que nunca han tenido contactos con otras personas con Síndrome de Down.

Creo que tienen mucho que ofrecer a la sociedad y nosotros mucho que aprender de ellos.

Pongámonos todos calcetines desparejados para hacerles sentir que son parte de nosotros…que son parte de nuestra sociedad y aquí les esperamos con los brazos abiertos…y los calcetines diferentes!

 

Leticia Martínez García

Médico Integrativo

Neurofisióloga Clínica

 

La entrada DÍA MUNDIAL DEL SÍNDROME DE DOWN se publicó primero en Fundación Neuron .

 

Por Ángel Martín 09 abr, 2024
La idea de lo que significa ser un hombre en distintos niveles puede variar significativamente dependiendo de diferentes factores, como la cultura, la educación, el entorno social y las experiencias individuales. Sin embargo, se pueden ofrecer algunas perspectivas de cómo se realiza esta visión de una forma realista en una sociedad como en la que vivimos sin olvidar la diversidad humana que implica que cada persona pueda manifestar estas cualidades de manera única y propia. Seguramente más de una vez has escuchado el término “masculinidad frágil” el cual se refiere a la idea de que algunas formas de comportamiento masculino están arraigadas en una fragilidad emocional y psicológica. Estas actitudes y comportamientos suelen surgir como una respuesta a las presiones sociales y culturales sobre lo que significa ser un hombre en una determinada sociedad. Se manifiesta de diversas formas por ejemplo, puede implicar una sobrecompensación de la virilidad o la masculinidad, donde los hombres se sienten obligados a demostrar constantemente su fortaleza física, emocional o intelectual para evitar ser percibidos como débiles o menos masculinos. Esto puede llevar a comportamientos agresivos, dominantes o incluso violentos como una forma de afirmar su masculinidad. Además, puede manifestarse en una incapacidad para lidiar con las emociones de manera saludable. Los hombres que se sienten presionados para reprimir sus emociones pueden experimentar dificultades para expresar tristeza, miedo, vulnerabilidad u otras emociones consideradas como "debilidades". En lugar de enfrentar estas emociones de manera constructiva, pueden recurrir a la negación, la evasión o incluso la represión, lo que puede tener consecuencias negativas para su bienestar emocional y sus relaciones interpersonales. La presión para cumplir con los estándares tradicionales de masculinidad también puede llevar a una sensación de inseguridad y ansiedad en los hombres que no se ajustan a estos roles de manera perfecta. La necesidad de mantener una fachada de fortaleza y control puede generar un constante temor al fracaso o a la percepción de debilidad por parte de los demás. ¿Cuál es la visión “tradicional” de la masculinidad? Los modelos, cánones y exigencias asociadas a la figura del hombre pueden variar y de hecho han ido variando con el paso de los años sin embargo, hay ciertos aspectos comunes que han destacado como en primer lugar, la fortaleza física relacionada con la capacidad de proteger y proveer para sus familias normalmente asociación con la admiración a la musculatura o las habilidades atléticas. En segundo lugar, la dominancia y el control lo cual lleva a esperar que sea el hombre que ocupe los puesto de liderazgo y tome decisiones así como son alentados a la independencia y autosuficiencia emocional y financiera, sin depender de los demás para resolver problemas y llevando a una emocionalidad restringida ya que la expresión de ciertas emociones son consideradas “débiles” o “femeninas”. Por último la heterosexualidad, la cual se ha considerado durante mucho tiempo como la norma, y se espera que los hombres demuestren interés y deseo sexual hacia las mujeres y la expresión de la sexualidad de otras formas o la falta de interés en las relaciones heterosexuales puede ser cuestionada o estigmatizada. ¿Cómo responderíamos entonces a la pregunta qué significa ser un hombre? A nivel emocional, ser un hombre implica la capacidad de reconocer, comprender y expresar una amplia gama de emociones de manera saludable. Tradicionalmente, en muchas culturas se ha esperado que los hombres repriman ciertas emociones consideradas "débiles" como la tristeza, el miedo o la vulnerabilidad, y en su lugar se destaque la fortaleza, la valentía y la confianza. Sin embargo, esto ha ido cambiando con el tiempo, y en la actualidad se reconoce cada vez más la importancia de que los hombres puedan expresar y procesar todas sus emociones de manera auténtica y sin prejuicios. En cuanto al aspecto cognitivo, ser un hombre implica tener habilidades de pensamiento crítico, resolución de problemas y toma de decisiones que les permitan enfrentar los desafíos de la vida de manera efectiva. Esto incluye la capacidad de comunicarse de manera clara y asertiva, manejar el estrés y la presión, así como también tener empatía y comprensión hacia los demás. Por tanto a nivel psicológico, se debe reconocer la diversidad de la masculinidad como algo multifacético que no se adhiera a los que comúnmente se ha oído a la vez que no tener miedo a la originalidad y la expresión de forma libre, valorando la empatía y la colaboración. Ser un hombre es permitirse conectar con uno mismo y con los demás de forma más íntegra, usar estrategias de afrontamiento positivas para hacer frente a las adversidades y buscar apoyo cuando sea necesario, capacidad de establecer y mantener relaciones interpersonales significativas, explorar y definir la propia identidad como individuo y lidiar con los roles y expectativas sociales. En conclusión y en pleno siglo veintiuno, debemos ser capaces de superar los estereotipos y expectativas restrictivas de género para promover la igualdad y fomentar una cultura que permita a todos los individuos expresarse libremente y vivir de manera auténtica siendo también fundamental que se fomente una visión de la masculinidad más inclusiva y diversa que promueva la salud mental y el bienestar emocional, en lugar de adherirse a cánones rígidos y limitantes que desde lejos se ven anticuados. Ángel Martín Gálvez Psicólogo Clínico y Forense
Por Irene Candelas 03 abr, 2024
Las mujeres, que por regla general somos las que más nos hemos tragado el ideal del amor romántico, estamos convencidas de que nuestras parejas son seres especiales, como de otro planeta y que nuestras historias y anécdotas en lo referente al amor son lo más, la máxima expresión del amor que puede haber y que nuestros recuerdos deberían ser dignos de una novela, una comedia romántica o al menos una historia curiosa que se comparte de sobremesa en sobremesa. Esta creencia, aunque un tanto torpe e ingenua, a mi me resulta encantadora. Como terapeuta de pareja me ocurre como a los coleccionistas apasionados que cada vez que una mujer me cuenta las primeras citas con su pareja, me emociono y abro los ojos como platos y pongo cara de `nunca he escuchado algo tan especial en mi vida´. Será por esta cara que pongo que, oye, empiezan a soltar por esa boquita y a compartir todos los detalles. Es por esto que, después de tantos años trabajando como terapeuta de parejas, he ido desarrollando un "arquetipado personal" sobre los diferentes modelos de relación que me llaman la atención en consulta y que suelo encontrarme. Pero no os me vayáis a ofender por favor que nada más lejos de mi intención, sino todo lo contratrio. Uno de los tipos de parejas más comunes que he conocido es la histérica y el tontorrón . Ella es ruidosa, prepotente y caprichosa, mientras que él es un bonachón despistado. Ella se pasa el día poniéndole a parir delante de todo el mundo, pidiéndole cosas o poniendo mala cara porque trajo el papel camel en vez de bengué que le encargó para envolver el regalo de su mejor amiga, tiró un vaso de agua sobre la alfombra o se olvidó de comprar limones cuando fue al supermercado. No le deja hacer nada de nada, principalmente si tiene relación directa con sus amigos. Si vienen a su casa a comer o a ver un partido, la tolerancia de la histérica dura quince minutos. Pasado ese tiempo, se escucha un graznido que dice:: "¡FELIPEEEEEEE, POR FAVOR, VEN!" y se encierran en una habitación susurrando cosas ininteligibles. Cuando Félix (porque se llama Felipe, pero siempre se hace llamar Félix, excepto si le llama enfadada su mujer o su madre) sale, siempre les dice a sus amigos lo mismo: "Chicos, Mamen no se siente bien y tenemos que irnos" o "Chicos, Mamen tiene muchas cosas que hacer y estamos estorbando" . Cuando quedan con los amigos de ella, en cambio, se pone de buen humor y se dedica a hacer chistes despectivos sobre su pareja, ridiculizando sus puntos débiles y contando un montón de intimidades que jamás deberían haber abandonado su habitación. Además, la histérica está obsesionada con que el hermano, el jefe o el socio de su novio lo están puteando y le llena la cabeza de teorías conspiranoicas para que pida un aumento o se busque un trabajo nuevo. Si bien nadie la soporta, los amigos nunca le dicen a Félix lo que realmente piensan de su novia. Eso sí, el día en el que él le echa coraje y la deja, su familia festeja con una suelta de globos y él por fin recibe el aluvión de reproches y anécdotas horribles sobre su ex pareja. A la inversa, la fanática y el engreído son otro modelo de relación muy común. Por medio de ardides psicópatas, él la convence de que es un héroe griego, y desde ese momento, ella vive para contar anécdotas que ilustren la engreída estampa de semidiós de su pareja. Que sabe todo, que es el más guapo, que siempre tiene razón... Todos los demás viven equivocados a la sombra de este profeta grandilocuente y sabelotodo que nos ilumina con sus anécdotas. Y como si fuera poco, mientras ella relata cómo él se peleó con un amigo, él asiente desde el fondo, como un entrenador de perros orgulloso mirando como su cachorra atrapa un huesito sin moverse de la mesa. Cuando sale con sus amigas, la fanática tiene un hábito inmoral y sobrecogedor. Cada vez que alguna relata un defecto de su pareja, ella ofrece un contrapunto fantasioso y edulcorado sobre la suya. Si su amiga se queja de que su novio deja el baño asqueroso, ella apunta que el suyo lo lustra con mirada de rayos láser sin moverse del bidet. Si la amiga dice que su novio no cocina, la fanática alardea de que el suyo la lleva a comer fuera todos los días y a la vuelta refocilan en plan noche de bodas y le canta una serenata en la puerta del edificio. Los siameses , otro estereotipo muy corriente de pareja, borran todos los pronombres, verbos y anécdotas en singular de su vocabulario. Previsiblemente van a todos lados juntos y se las ingenian como maestros de la lengua castellana para relatar absolutamente todo en la primera persona del plural: "A nosotros nos encanta el queso" , "Uy, a nosotros esa película no nos gustó nada", "No somos de salir mucho". Son, además, los creadores del numerito de "cuelga tú" y de "Yo te quiero más", un ritual parecido pero aún más empalagoso. Los presumidos escandalosos , en cambio, se gritan de manera recíproca. Su numerito más famoso es discutir en la calle y que uno se vaya caminando y el otro lo siga y lo agarre del brazo para retenerlo. Son como un espectáculo teatral interactivo, que incluye amigos, transeúntes y policías que no quieren participar de la obra, pero lo terminan haciendo. Son celosos, posesivos, irracionales y no tienen vergüenza. Hacen cualquier cosa para ser el centro de atención (ya sea para que los miren, los consuelen o los contengan). Cuando van a una fiesta, por ejemplo, uno de los dos se emborracha y termina fastidiando la velada. A veces él pone mala cara hasta que ella estalla de ira, a veces uno de los dos coquetea con un tercero, y otras veces ella agarra de los pelos a alguna soltera que tuvo la mala idea de mirar de reojo a su novio. Y por último, están el desastre y la salvadora . Antes de conocerla, él era el peor partido del mundo: mujeriego, ludópata, mentiroso, irresponsable. Pegaba los mocos debajo de la mesa, se olía sus calcetines sucios, se gastaba el sueldo entero en la maquinita. Pero ella ve algo especial en él, lo convierte en su proyecto personal, y después de un año de convivencia, encuentran una forma de tolerar las mutuas extravagancias. A pesar de que nadie cree que su relación puede prosperar, se quedan juntos muchísimos años, unidos por un vínculo misterioso y singular, que nadie —ni sus propios hijos— terminan de entender nunca. Así que, recordad que el amor no tiene reglas fijas y que cada relación es única. No importa si eres histérica, tontorrón, fanática, engreído, siamés, tontorrona, gritón, presumido escandaloso, desastre o salvadora, lo importante es encontrar a alguien que te acepte tal como eres y te haga feliz. Irene Candelas Terapeuta Individual, familiar y de pareja
Por Áurea Franco 26 mar, 2024
La felicidad, algo que todos buscamos pero que pocos se atreven a definir. ¿Qué es exactamente? ¿Y por qué a veces parece ser tan difícil de alcanzar? La verdad es que es una pregunta algo compleja, ya que depende de la cultura, la persona, ¡e incluso del momento vital! Quizá para tu yo de 7 años la felicidad fuera merendar Phoskitos viendo la tele, y ahora sea hacer un viaje a la India.
Por Sara Villafranca 20 mar, 2024
Imagina una cuerda, fuerte y resistente, con dos personas tirando de ambos extremos. En el medio, un nudo apretado se interpone, desafiando los esfuerzos de ambas partes por desatarlo. Esta imagen, aunque simple, refleja con precisión las dinámicas complejas que a menudo enfrentamos en nuestras relaciones familiares y de pareja. El nudo representa los conflictos, desacuerdos y problemas que surgen en nuestras interacciones con los demás. Puede ser una discusión constante, diferencias irreconciliables de opinión o incluso resentimientos acumulados a lo largo del tiempo. Y mientras cada persona sigue tirando de su lado de la cuerda, el nudo se aprieta más y más, pareciendo imposible de deshacer. Pero aquí es donde reside la lección más importante: deshacer un nudo no es tarea de una sola persona. Al igual que en la cuerda, ambas partes deben colaborar para liberar la tensión y encontrar una solución. Es un acto de comprensión mutua, empatía y compromiso compartido. A menudo, nos encontramos atrapados en el ciclo de intentar cambiar a la otra persona, convencidos de que si logramos que cambien, todo se resolverá. Pero la realidad es que el cambio solo puede ocurrir cuando ambas partes están dispuestas a dejar de tirar y empezar a trabajar juntas. Entonces, ¿cómo deshacemos este nudo emocional que nos mantiene atrapados? Primero, es crucial comunicarnos de manera abierta y honesta, expresando nuestros sentimientos y preocupaciones. Luego, necesitamos practicar la escucha activa , tratando de entender el punto de vista del otro sin juzgar ni criticar. Y finalmente, debemos estar dispuestos a comprometernos y buscar soluciones que beneficien a ambas partes. Al adoptar esta mentalidad de colaboración y comprensión mutua, podemos empezar a deshacer los nudos que obstaculizan nuestras relaciones. Porque al final del día, la verdadera fuerza no radica en tirar más fuerte que el otro, sino en conseguir deshacer juntos el nudo.  Sara Villafranca Psicóloga
Por Paloma Alcázar 12 mar, 2024
Existen numerosos casos que vienen a consulta de personas que tienen problemas con la familia de su pareja. Una de las crisis por las que tiene que atravesar toda pareja es el choque entre las creencias, expectativas y valores de dos familias completamente diferentes. Crear la unión de una pareja supone la tarea de unificar los factores identitarios que han integrado de sus familias de origen. Para abordar esos problemas de unión y de comunicación es interesante entender a cada miembro de la pareja como habitantes de países diferentes. Uno de ellos puede ser de China: le gusta mucho comer arroz tres delicias, le encanta pasear por las calles de Pekín y sus valores son chinos. El otro miembro de la pareja puede ser de Francia: le encanta pasear en barco por el Sena, le apasiona comer croissants y sus valores son franceses. La idea es aceptar estas diferencias y entender que a estas dos personas de orígenes tan diferentes les ha unido la vida. Esta unión no puede pasar por alto sus raíces ni de dónde vienen. Algo que podría ayudar a estas parejas enfrentadas sería convertirse en embajadores de sus propios países. Por un lado, la función de un embajador que reside fuera de su país de origen es elogiar todo lo bueno que tienen en ese país que no es el suyo y omitir todo aquello en lo que no está de acuerdo; ya que entiende que ese no es su terreno y, por tanto, no es su lugar para hacer las cosas de manera diferente. Por otro lado, cuando un embajador se encuentra en su país de origen entiende que hay tradiciones diferentes al resto de culturas que son sagradas y funcionan para mantener la identidad de los miembros de ese país. Por eso, puede llegar a generar mucho malestar escuchar constantes críticas y juicios sobre su propio país. Ante esa situación, el embajador va a tener que defenderlo de cualquier ataque. Tanto los constantes ataques como las formas desmesuradas de defensa pueden desencadenar problemas y distanciamientos en las relaciones de pareja. Por eso, sería adecuado ejercer un rol más diplomático cuando cada uno está visitando el país del otro. Tampoco se puede perder de vista que hay ocasiones en las que un embajador puede observar aspectos de su propio país con los que no está de acuerdo. Lo que más puede ayudar a esta persona para cambiar y reajustar lo que no está funcionando es la presencia de una pareja que ocupe un rol diferente al suyo. La actitud más saludable de una persona cuya pareja está en desacuerdo con su familia sería ofrecer comprensión y sostén. Por el contrario, algo que genera más conflicto es entrar en esa guerra que no le pertenece. Enfrentarse en un terreno desconocido no solo puede generar indefensión, sino que puede ocasionar grandes problemas con su compañero de batalla. Algo que también ayuda mucho a las parejas es entender cuál es su lugar en la vida del otro. Cada uno tiene su familia de origen en la que sí debe ocupar ese lugar importante. No obstante, uno tiene que entender que la familia de su pareja es su familia por las circunstancias que se han dado al crear esa unión. Por tanto, es mucho más saludable restarle cierto poder a la familia circunstancial y poder dedicar más esfuerzos en crear una mejor armonía dentro de su familia de origen. Ser conscientes de ello, puede ayudar a reconocer el verdadero poder de la familia de origen siendo partícipes de aquello en lo que sí hay que mejorar como familia. Paloma Alcázar Psicóloga
Por Inés Babío 06 mar, 2024
He perdido la cuenta de las veces que he escuchado cosas como “controlar” el enfado o “luchar contra” la tristeza. Pienso en una batalla y me imagino a personas solas luchando contra sí mismas, luchando por no sentir ni experimentar aquello que su cuerpo les está gritando y siento ganas de pedir un alto al fuego. No existen relaciones mínimamente cordiales que emerjan de un conflicto. Imaginemos por un momento que nuestras emociones son soldados en un campo de batalla interno. En esta batalla, nos encontramos cara a cara con emociones que nos resultan desagradables. Sin embargo, en lugar de reconocerlas como aliadas, proporcionándonos información valiosa sobre nuestro estado emocional, las vemos como enemigos que debemos derrotar a toda costa. En esta lucha interna, cada emoción que intentamos suprimir o negar se convierte en un prisionero de guerra, alimentando así un conflicto constante dentro de nosotros mismos. Esta guerra no solo afecta nuestra propia salud mental y bienestar, sino que también se filtra en nuestras relaciones con los demás. Sin embargo, cuando hay un espacio en el que se tolera al otro (en este caso, una emoción); hay un espacio para que el otro exista, nos guste más o menos, disfrutemos más o menos de su compañía. Y cuando permitimos esto, la relación con nuestras emociones parte desde un lugar permisivo y no desde el castigo o de la confrontación. No queremos sentir cosas desagradables como la tristeza, la frustración, la culpa o la ansiedad; eso es comprensible para todo el mundo. Lo que no todo el mundo comprende, es que no es algo que dependa de nuestra voluntad que esas emociones aparezcan de repente en diferentes situaciones de nuestra vida. Por eso, la mayoría de las emociones a las que mandamos al exilio se camuflan detrás de la rabia, y la rabia se convierte en la cara visible de nuestro estado de ánimo. Explorar el origen de nuestras partes “exiliadas” nos llevará a una comprensión más profunda de nuestra historia personal y nuestra forma de entender lo que nos pasa y lo que hacemos con lo que nos pasa. A veces es muy difícil llegar a ellas sin ayuda profesional, pero sin duda es un lugar que merece la pena explorar. Cuando dejamos que la emoción aparezca, sea la que sea, y simplemente la miramos y la sentimos unos minutos, es más probable que podamos hacernos la siguiente pregunta: ¿para qué has aparecido? Es un matiz, sutil a la par que importante, que la pregunta no busca un porqué sino un paraqué, ¿cuál es la función? Las emociones aparecen porque son adaptativas y nos informan de una situación a la que debemos, como mínimo, atender. A veces será algo tremendamente importante y vital; y otras veces, será algo que solamente necesita ser visto y que no requiere de una toma de decisiones inmediata. Y después de ese primer contacto viene la segunda parte, igual de importante que la primera: responsabilizarnos y tomar acción (si podemos) de una manera consciente. Validar nuestra emoción no es lo mismo que validar lo que hacemos con ella. Permitir y aceptar nuestra emoción no equivale a permitir y aceptar cualquier comportamiento que tengamos para regularla y gestionar la situación que tenemos que afrontar. Entender esto es fundamental, tanto en nosotros mismos como en los demás. Entender que en una pareja uno se enfade por llegar tarde “a causa” del otro; no es validar que su respuesta sea romper una puerta de un golpe. Si sentimos tristeza cuando un buen amigo nos ignora y no está presente durante meses, la forma en la que lo abordamos sí la podemos elegir y controlar. No será lo mismo quedar con ese amigo y transmitirle lo que sentimos, preguntándole también por sus circunstancias; que llamar a un tercero para insultarle a sus espaldas. Cuando validamos que un niño se frustre porque no quiere compartir su juguete y otro niño se lo ha quitado, no toleramos que le pegue; le enseñamos otras formas de mostrar su frustración o enfado que vayan en la dirección de lo que él necesita y que sean respetuosas con el otro. En este espacio de aceptación y comprensión, encontramos la libertad para abrazar plenamente nuestra humanidad y construir relaciones basadas en el respeto y la empatía con nosotros mismos y con los demás. Inés Babío Psicóloga y Logopeda
Por María Sánchez 27 feb, 2024
La comunicación es la herramienta más poderosa que tenemos, está presente en nuestras vidas y afecta a todas las áreas, la usamos para comunicarnos con otros y con nosotros mismo ... Pero, no todas las formas de comunicación son iguales. Marshall Rosenberg, en 1960, creó el concepto de Comunicación No Violenta (CNV) y lo distinguió de la Comunicación Violenta. En este blog, exploraremos estas dos formas de expresión y cómo se manifiestan en un escenario común: un trayecto en coche. Imagina que te adelanta un coche y tienes que reaccionar muy rápido para frenar porque si no podrías tener un accidente. Normalmente, nuestra primera reacción puede ser: “¡Mira por dónde vas! ¿No sabes conducir?". Este es un estilo de comunicación violento, se usan términos ofensivos, un tono dominante, gritos y, sobre todo, dejamos de lado la empatía, no comprendemos ni tenemos en cuenta los sentimientos de los otros. Este tipo de comunicación aumenta la tensión en la situación, aumenta el enfado y tiende a generar más problemas, en lugar de solucionarlos. Además, genera emociones desagradables en todas las personas implicadas. Otra forma de responder a esa situación sería de la siguiente manera: “Me asusté un poco cuando cambiaste de carril tan rápido, necesito sentirme seguro cuando conduzco y pensé que podríamos tener un accidente. Pero, entiendo que igual no te has dado cuenta de que estaba en este carril y necesitabas ir más rápido para llegar a tiempo. ¿La próxima vez podrías señalar el cambio de carril y mantener una distancia de seguridad?”. Esta sería una forma de Comunicación No Violenta, a diferencia de la otra, se centra en la empatía y busca expresar los hechos de una manera objetiva, teniendo en cuenta los sentimientos y necesidades de ambas partes. De esta manera, la situación se aborda desde una perspectiva más calmada y constructiva, estableciendo puentes para solucionar el problema con una conversación más efectiva. En el caótico entorno del tráfico en Madrid, elegir comunicarnos de una manera no violenta puede marcar la diferencia entre un simple incidente y un conflicto grave. En conclusión, cada palabra que elegimos tiene un impacto en todas las áreas de nuestra vida. La Comunicación Violenta puede crear conflictos, mientras que la Comunicación No Violenta puede tender puentes y construir relaciones más fuertes, dando la oportunidad de comprender y colaborar. La próxima vez que te encuentres al volante o en cualquier otro conflicto de tu día a día, reflexiona sobre cómo eliges comunicarte, recordando que tus palabras tienen el poder de transformar el caos en calma.  María Sánchez Psicóloga y Logopeda
Por Sara Villafranca 21 feb, 2024
La vida de cada individuo es una travesía repleta de experiencias, algunas tan profundas que pueden amenazar nuestra esencia misma, mientras que otras se convierten en refugios serenos, como árboles frondosos bajo los cuales encontrar cobijo. En esta travesía, nos encontramos con otros seres que, de alguna manera, se suman a nuestro camino, creando proyectos comunes que se van tejiendo paso a paso, caminando juntos en esta maravillosa aventura que es la vida. Cuando dos individuos se unen en pareja, se abre ante ellos un lienzo en blanco donde plasmar sus sueños, anhelos y metas compartidas. La suma de sus aportes, su implicación y su dedicación moldean esta relación, convirtiéndola en algo único y diferente. Es en esta complementariedad donde radica la magia, permitiendo que ambos crezcan juntos, cada uno potenciando lo mejor del otro, en un constante proceso de transformación y evolución. Sin embargo, en este viaje hacia la plenitud compartida, es fácil caer en trampas que enturbian el camino. A menudo nos casamos con la idea de lo que creemos que el otro es, en lugar de aceptar y amar su verdadera esencia. Es un error pensar que podemos cambiar a nuestra pareja según nuestros deseos o expectativas, y también lo es creer que es responsabilidad del otro hacernos felices. Muchas veces, nuestras visiones de lo que debería ser una relación están influenciadas por nuestras experiencias familiares. Nos enamoramos no solo de la persona, sino también de lo que representa su familia, idealizándola como más acogedora o servicial que la nuestra. Esta idealización puede llevarnos a descuidar nuestra propia parcela en el jardín de la relación, concentrándonos en lo que el otro hace o deja de hacer, en lugar de cuidar y mimar nuestra propia parte. Las verdaderas ilusiones en una relación surgen cuando ambos miembros se comprometen a crear un espacio compartido, un jardín donde depositar lo mejor de sí mismos para poder disfrutarlo juntos. Sin embargo, este jardín requiere de cuidado constante y atención mutua. Es fácil distraerse observando lo que sucede en el lado del otro, sin percatarnos de que estamos dejando escapar el agua que nutre nuestra propia parcela. El arte de cultivar un jardín compartido en una relación radica en aprender a equilibrar el amor propio con el amor hacia el otro, en aceptar y valorar la individualidad de cada uno, mientras se teje un vínculo sólido basado en el respeto, la confianza y la comunicación honesta. Solo así podremos convertir nuestra relación y crecimiento mutuo, donde cada día sea una oportunidad para regar y cuidar el preciado jardín que hemos construido juntos. Sara Villafranca Psicóloga
Por Ángel Martín 13 feb, 2024
El desarrollo socioemocional en el contexto escolar es un aspecto fundamental para el crecimiento integral de los niños y adolescentes y, desde una perspectiva psicológica, se reconoce que el entorno escolar desempeña un papel crucial en su crecimiento integral como personas. Por ejemplo, las interacciones con compañeros, maestros y otros miembros del personal escolar les pueden ofrecer oportunidades para el desarrollo de habilidades sociales que usarán durante el resto de sus vidas. A través de la colaboración , la resolución de conflictos y la empatía , los estudiantes aprenden a relacionarse de manera positiva con los demás. El colegio o instituto proporciona un entorno donde los niños pueden explorar y comprender sus propias emociones y comportamientos así como pueden aprender a reconocer y regularlas, algo crucial para su bienestar y en último término, alcanzar éxito académico. Las experiencias que viven en el centro escolar influyen en la percepción que tienen de sí mismos. El reconocimiento de los logros académicos y extracurriculares, así como el apoyo de los maestros y compañeros, contribuyen al desarrollo de una autoestima positiva. También, es importante fomentar la comunicación efectiva en todos los aspectos de la vida y en el contexto escolar, los niños practican habilidades de comunicación verbal y no verbal a través de discusiones en clase, presentaciones, trabajo en equipo y actividades variadas. Durante los años de formación, los estudiantes enfrentan desafíos académicos y sociales que les brindan la oportunidad de desarrollar habilidades de afrontamiento y resiliencia como aprender a manejar el fracaso, superar obstáculos y adaptarse a situaciones nuevas las cuales fomentan la capacidad de enfrentar adversidades en la vida. Para ello es también vital encontrarse en un entorno escolar que promueve la inclusión , el respeto mutuo y el sentido de pertenencia ya todo ello contribuye al bienestar socioemocional de los estudiantes. Los programas de prevención del acoso escolar , la promoción de la diversidad y la inclusión, y el fomento de un clima de apoyo y seguridad son elementos clave para crear un ambiente escolar positivo. Este tema se puede abordar desde diferentes perspectivas, siendo varias formulaciones relevantes para comprenderlas. En primer lugar, la teoría del apego de Bowlby destaca la importancia de las relaciones tempranas en la formación del vínculo emocional entre el niño y sus cuidadores. Las experiencias de apego temprano influyen en el desarrollo de la seguridad emocional y la capacidad del niño para establecer relaciones saludables en la escuela y en otros contextos sociales. En segundo lugar, la teoría del desarrollo moral de Kohlberg describe cómo los niños desarrollan su comprensión del bien y del mal a lo largo de varias etapas. La escuela desempeña un papel importante al proporcionar oportunidades para discutir temas morales y éticos, y al modelar comportamientos moralmente responsables. Existen estrategias y prácticas para fomentar el crecimiento socioemocional como el enfoque SEL que se centra en currículos estructurados, actividades prácticas y estrategias de enseñanza que promuevan la conciencia emocional, la empatía , la toma de decisiones responsable y las habilidades de relación interpersonal. No hay que dejar de lado la intervención y el apoyo psicológico mediante intervenciones individualizadas y grupales para abordar las necesidades de cada estudiante, incluyendo asesoramiento individual, grupos de apoyo, programas de manejo del estrés y técnicas de resolución de conflictos. Así mismo, se deben implementar políticas y programas para prevenir el acoso escolar y promover un ambiente inclusivo y respetuoso para todos los estudiantes. Por último, es importante que se realicen evaluaciones periódicas del clima escolar para identificar áreas de fortaleza y áreas de mejora en relación con el bienestar de los estudiantes y la cultura escolar. En resumen, el desarrollo socioemocional en el contexto escolar implica mucho más que el logro académico. Es un área multidimensional y un proceso integral que abarca la adquisición de habilidades sociales, emocionales y de autorregulación que son fundamentales para el bienestar y el éxito a lo largo de la vida. Se requiere una atención integral por parte de educadores, psicólogos escolares, padres y la comunidad en general ya que cada uno desempeña un papel importante en apoyar este desarrollo y en crear entornos que fomenten este crecimiento de los niños. Ángel Martín Gálvez Psicólogo Clínico y Forense
Por Áurea Franco 07 feb, 2024
Puede que no seas fan de Marvel o DC, pero hay que reconocer que la figura del héroe llama la atención. Casi tan antigua como la propia humanidad, son personajes admirados por su capacidad de darlo todo por causas honorables, sin importar qué adversidad se les presente. Y para muestra, solo hay que ver la cantidad de historias en las que aparecen: la Odisea con Ulises, los cómics de Batman, la serie de las Supernenas o Xena la princesa guerrera, … Vamos, que los tenemos de todas las formas y colores.
Más entradas
Share by: