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Psicología Clínica, Neuropsicología, Terapia Familiar Sistémica, Logopedia, Integración Sensorial

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2023: PROPÓSITOS QUE SE QUEDAN EN COMIENZOS

ene 02, 2023

Cuando algo empieza solemos tener sensaciones de ilusión y esperanza por los cambios que esperamos en nuestra vida a partir de ahora. 

Spoiler: los propósitos de año nuevo no existen, son los padres. Así, del tirón, que duele menos. 


Racionalmente todos sabemos que de un día para otro nada cambia, que el día 31 de 2022 y el día 1 de 2023 somos exactamente la misma persona. Pero si miramos lo emocional no nos sentimos así. Solemos empezar con el pecho lleno de sensaciones tan poderosas nos invaden con fuerza y nos empujan a querer ser nuestra mejor versión. 


Quiero decirte que no pasa nada, no hay nada de malo en ello. Sin embargo, te invito a hacerte una pregunta, ¿cuándo esas ganas y todo lo que ello conlleva desaparecen, tienes los mismos recursos que cuando están? A ver si te suena alguna de estas situaciones:

- “Este año dejo de fumar de verdad, voy a meter el dinero que me gastaría en tabaco en una hucha.”

- “En enero empiezo la dieta. Voy a dejar los hidratos para llegar bien al verano”

- “El día 1 me apunto al gimnasio. Lo voy a pagar de golpe para obligarme a ir”


Estar en la cresta de la ola es maravilloso, todos sabemos estar ahí porque es una sensación verdaderamente placentera. En todas esas frases se aprecia contundencia y la mal llamada fuerza de voluntad. Aunque si se analizan, todas ellas llevan un castigo intrínseco porque hay cosas que “están mal” y que deben ser eliminadas.


Pero ¿qué pasa cuando llega esa época en la que de repente me doy cuenta de que no lo estoy consiguiendo? Las sensaciones y pensamientos que aparecen entonces son devastadoras, porque si no consigo lo que dije… entonces “yo soy mal”. 

Por esa razón este año he decidido crear nuevos propósitos. Unos que me ayuden a acompañarme cuando la ola baje y me lleve a la orilla. Unos que me ayuden a sostenerme y a saber salir a flote para volver a coger aire. 


Este año quiero aprender a…


… tener una mirada compasiva conmigo misma.

… hablarme mejor cuando las cosas no me salgan bien.

… dar tregua a mi autoexigencia.

… escucharme y conectar con lo que realmente me hace estar a gusto y en paz.


Y tú, ¿te atreves a revisar tus propósitos?


Inés Babío

Psicóloga y Logopeda


Por Áurea Franco 26 mar, 2024
La felicidad, algo que todos buscamos pero que pocos se atreven a definir. ¿Qué es exactamente? ¿Y por qué a veces parece ser tan difícil de alcanzar? La verdad es que es una pregunta algo compleja, ya que depende de la cultura, la persona, ¡e incluso del momento vital! Quizá para tu yo de 7 años la felicidad fuera merendar Phoskitos viendo la tele, y ahora sea hacer un viaje a la India.
Por Sara Villafranca 20 mar, 2024
Imagina una cuerda, fuerte y resistente, con dos personas tirando de ambos extremos. En el medio, un nudo apretado se interpone, desafiando los esfuerzos de ambas partes por desatarlo. Esta imagen, aunque simple, refleja con precisión las dinámicas complejas que a menudo enfrentamos en nuestras relaciones familiares y de pareja. El nudo representa los conflictos, desacuerdos y problemas que surgen en nuestras interacciones con los demás. Puede ser una discusión constante, diferencias irreconciliables de opinión o incluso resentimientos acumulados a lo largo del tiempo. Y mientras cada persona sigue tirando de su lado de la cuerda, el nudo se aprieta más y más, pareciendo imposible de deshacer. Pero aquí es donde reside la lección más importante: deshacer un nudo no es tarea de una sola persona. Al igual que en la cuerda, ambas partes deben colaborar para liberar la tensión y encontrar una solución. Es un acto de comprensión mutua, empatía y compromiso compartido. A menudo, nos encontramos atrapados en el ciclo de intentar cambiar a la otra persona, convencidos de que si logramos que cambien, todo se resolverá. Pero la realidad es que el cambio solo puede ocurrir cuando ambas partes están dispuestas a dejar de tirar y empezar a trabajar juntas. Entonces, ¿cómo deshacemos este nudo emocional que nos mantiene atrapados? Primero, es crucial comunicarnos de manera abierta y honesta, expresando nuestros sentimientos y preocupaciones. Luego, necesitamos practicar la escucha activa , tratando de entender el punto de vista del otro sin juzgar ni criticar. Y finalmente, debemos estar dispuestos a comprometernos y buscar soluciones que beneficien a ambas partes. Al adoptar esta mentalidad de colaboración y comprensión mutua, podemos empezar a deshacer los nudos que obstaculizan nuestras relaciones. Porque al final del día, la verdadera fuerza no radica en tirar más fuerte que el otro, sino en conseguir deshacer juntos el nudo.  Sara Villafranca Psicóloga
Por Paloma Alcázar 12 mar, 2024
Existen numerosos casos que vienen a consulta de personas que tienen problemas con la familia de su pareja. Una de las crisis por las que tiene que atravesar toda pareja es el choque entre las creencias, expectativas y valores de dos familias completamente diferentes. Crear la unión de una pareja supone la tarea de unificar los factores identitarios que han integrado de sus familias de origen. Para abordar esos problemas de unión y de comunicación es interesante entender a cada miembro de la pareja como habitantes de países diferentes. Uno de ellos puede ser de China: le gusta mucho comer arroz tres delicias, le encanta pasear por las calles de Pekín y sus valores son chinos. El otro miembro de la pareja puede ser de Francia: le encanta pasear en barco por el Sena, le apasiona comer croissants y sus valores son franceses. La idea es aceptar estas diferencias y entender que a estas dos personas de orígenes tan diferentes les ha unido la vida. Esta unión no puede pasar por alto sus raíces ni de dónde vienen. Algo que podría ayudar a estas parejas enfrentadas sería convertirse en embajadores de sus propios países. Por un lado, la función de un embajador que reside fuera de su país de origen es elogiar todo lo bueno que tienen en ese país que no es el suyo y omitir todo aquello en lo que no está de acuerdo; ya que entiende que ese no es su terreno y, por tanto, no es su lugar para hacer las cosas de manera diferente. Por otro lado, cuando un embajador se encuentra en su país de origen entiende que hay tradiciones diferentes al resto de culturas que son sagradas y funcionan para mantener la identidad de los miembros de ese país. Por eso, puede llegar a generar mucho malestar escuchar constantes críticas y juicios sobre su propio país. Ante esa situación, el embajador va a tener que defenderlo de cualquier ataque. Tanto los constantes ataques como las formas desmesuradas de defensa pueden desencadenar problemas y distanciamientos en las relaciones de pareja. Por eso, sería adecuado ejercer un rol más diplomático cuando cada uno está visitando el país del otro. Tampoco se puede perder de vista que hay ocasiones en las que un embajador puede observar aspectos de su propio país con los que no está de acuerdo. Lo que más puede ayudar a esta persona para cambiar y reajustar lo que no está funcionando es la presencia de una pareja que ocupe un rol diferente al suyo. La actitud más saludable de una persona cuya pareja está en desacuerdo con su familia sería ofrecer comprensión y sostén. Por el contrario, algo que genera más conflicto es entrar en esa guerra que no le pertenece. Enfrentarse en un terreno desconocido no solo puede generar indefensión, sino que puede ocasionar grandes problemas con su compañero de batalla. Algo que también ayuda mucho a las parejas es entender cuál es su lugar en la vida del otro. Cada uno tiene su familia de origen en la que sí debe ocupar ese lugar importante. No obstante, uno tiene que entender que la familia de su pareja es su familia por las circunstancias que se han dado al crear esa unión. Por tanto, es mucho más saludable restarle cierto poder a la familia circunstancial y poder dedicar más esfuerzos en crear una mejor armonía dentro de su familia de origen. Ser conscientes de ello, puede ayudar a reconocer el verdadero poder de la familia de origen siendo partícipes de aquello en lo que sí hay que mejorar como familia. Paloma Alcázar Psicóloga
Por Inés Babío 06 mar, 2024
He perdido la cuenta de las veces que he escuchado cosas como “controlar” el enfado o “luchar contra” la tristeza. Pienso en una batalla y me imagino a personas solas luchando contra sí mismas, luchando por no sentir ni experimentar aquello que su cuerpo les está gritando y siento ganas de pedir un alto al fuego. No existen relaciones mínimamente cordiales que emerjan de un conflicto. Imaginemos por un momento que nuestras emociones son soldados en un campo de batalla interno. En esta batalla, nos encontramos cara a cara con emociones que nos resultan desagradables. Sin embargo, en lugar de reconocerlas como aliadas, proporcionándonos información valiosa sobre nuestro estado emocional, las vemos como enemigos que debemos derrotar a toda costa. En esta lucha interna, cada emoción que intentamos suprimir o negar se convierte en un prisionero de guerra, alimentando así un conflicto constante dentro de nosotros mismos. Esta guerra no solo afecta nuestra propia salud mental y bienestar, sino que también se filtra en nuestras relaciones con los demás. Sin embargo, cuando hay un espacio en el que se tolera al otro (en este caso, una emoción); hay un espacio para que el otro exista, nos guste más o menos, disfrutemos más o menos de su compañía. Y cuando permitimos esto, la relación con nuestras emociones parte desde un lugar permisivo y no desde el castigo o de la confrontación. No queremos sentir cosas desagradables como la tristeza, la frustración, la culpa o la ansiedad; eso es comprensible para todo el mundo. Lo que no todo el mundo comprende, es que no es algo que dependa de nuestra voluntad que esas emociones aparezcan de repente en diferentes situaciones de nuestra vida. Por eso, la mayoría de las emociones a las que mandamos al exilio se camuflan detrás de la rabia, y la rabia se convierte en la cara visible de nuestro estado de ánimo. Explorar el origen de nuestras partes “exiliadas” nos llevará a una comprensión más profunda de nuestra historia personal y nuestra forma de entender lo que nos pasa y lo que hacemos con lo que nos pasa. A veces es muy difícil llegar a ellas sin ayuda profesional, pero sin duda es un lugar que merece la pena explorar. Cuando dejamos que la emoción aparezca, sea la que sea, y simplemente la miramos y la sentimos unos minutos, es más probable que podamos hacernos la siguiente pregunta: ¿para qué has aparecido? Es un matiz, sutil a la par que importante, que la pregunta no busca un porqué sino un paraqué, ¿cuál es la función? Las emociones aparecen porque son adaptativas y nos informan de una situación a la que debemos, como mínimo, atender. A veces será algo tremendamente importante y vital; y otras veces, será algo que solamente necesita ser visto y que no requiere de una toma de decisiones inmediata. Y después de ese primer contacto viene la segunda parte, igual de importante que la primera: responsabilizarnos y tomar acción (si podemos) de una manera consciente. Validar nuestra emoción no es lo mismo que validar lo que hacemos con ella. Permitir y aceptar nuestra emoción no equivale a permitir y aceptar cualquier comportamiento que tengamos para regularla y gestionar la situación que tenemos que afrontar. Entender esto es fundamental, tanto en nosotros mismos como en los demás. Entender que en una pareja uno se enfade por llegar tarde “a causa” del otro; no es validar que su respuesta sea romper una puerta de un golpe. Si sentimos tristeza cuando un buen amigo nos ignora y no está presente durante meses, la forma en la que lo abordamos sí la podemos elegir y controlar. No será lo mismo quedar con ese amigo y transmitirle lo que sentimos, preguntándole también por sus circunstancias; que llamar a un tercero para insultarle a sus espaldas. Cuando validamos que un niño se frustre porque no quiere compartir su juguete y otro niño se lo ha quitado, no toleramos que le pegue; le enseñamos otras formas de mostrar su frustración o enfado que vayan en la dirección de lo que él necesita y que sean respetuosas con el otro. En este espacio de aceptación y comprensión, encontramos la libertad para abrazar plenamente nuestra humanidad y construir relaciones basadas en el respeto y la empatía con nosotros mismos y con los demás. Inés Babío Psicóloga y Logopeda
Por María Sánchez 27 feb, 2024
La comunicación es la herramienta más poderosa que tenemos, está presente en nuestras vidas y afecta a todas las áreas, la usamos para comunicarnos con otros y con nosotros mismo ... Pero, no todas las formas de comunicación son iguales. Marshall Rosenberg, en 1960, creó el concepto de Comunicación No Violenta (CNV) y lo distinguió de la Comunicación Violenta. En este blog, exploraremos estas dos formas de expresión y cómo se manifiestan en un escenario común: un trayecto en coche. Imagina que te adelanta un coche y tienes que reaccionar muy rápido para frenar porque si no podrías tener un accidente. Normalmente, nuestra primera reacción puede ser: “¡Mira por dónde vas! ¿No sabes conducir?". Este es un estilo de comunicación violento, se usan términos ofensivos, un tono dominante, gritos y, sobre todo, dejamos de lado la empatía, no comprendemos ni tenemos en cuenta los sentimientos de los otros. Este tipo de comunicación aumenta la tensión en la situación, aumenta el enfado y tiende a generar más problemas, en lugar de solucionarlos. Además, genera emociones desagradables en todas las personas implicadas. Otra forma de responder a esa situación sería de la siguiente manera: “Me asusté un poco cuando cambiaste de carril tan rápido, necesito sentirme seguro cuando conduzco y pensé que podríamos tener un accidente. Pero, entiendo que igual no te has dado cuenta de que estaba en este carril y necesitabas ir más rápido para llegar a tiempo. ¿La próxima vez podrías señalar el cambio de carril y mantener una distancia de seguridad?”. Esta sería una forma de Comunicación No Violenta, a diferencia de la otra, se centra en la empatía y busca expresar los hechos de una manera objetiva, teniendo en cuenta los sentimientos y necesidades de ambas partes. De esta manera, la situación se aborda desde una perspectiva más calmada y constructiva, estableciendo puentes para solucionar el problema con una conversación más efectiva. En el caótico entorno del tráfico en Madrid, elegir comunicarnos de una manera no violenta puede marcar la diferencia entre un simple incidente y un conflicto grave. En conclusión, cada palabra que elegimos tiene un impacto en todas las áreas de nuestra vida. La Comunicación Violenta puede crear conflictos, mientras que la Comunicación No Violenta puede tender puentes y construir relaciones más fuertes, dando la oportunidad de comprender y colaborar. La próxima vez que te encuentres al volante o en cualquier otro conflicto de tu día a día, reflexiona sobre cómo eliges comunicarte, recordando que tus palabras tienen el poder de transformar el caos en calma.  María Sánchez Psicóloga y Logopeda
Por Sara Villafranca 21 feb, 2024
La vida de cada individuo es una travesía repleta de experiencias, algunas tan profundas que pueden amenazar nuestra esencia misma, mientras que otras se convierten en refugios serenos, como árboles frondosos bajo los cuales encontrar cobijo. En esta travesía, nos encontramos con otros seres que, de alguna manera, se suman a nuestro camino, creando proyectos comunes que se van tejiendo paso a paso, caminando juntos en esta maravillosa aventura que es la vida. Cuando dos individuos se unen en pareja, se abre ante ellos un lienzo en blanco donde plasmar sus sueños, anhelos y metas compartidas. La suma de sus aportes, su implicación y su dedicación moldean esta relación, convirtiéndola en algo único y diferente. Es en esta complementariedad donde radica la magia, permitiendo que ambos crezcan juntos, cada uno potenciando lo mejor del otro, en un constante proceso de transformación y evolución. Sin embargo, en este viaje hacia la plenitud compartida, es fácil caer en trampas que enturbian el camino. A menudo nos casamos con la idea de lo que creemos que el otro es, en lugar de aceptar y amar su verdadera esencia. Es un error pensar que podemos cambiar a nuestra pareja según nuestros deseos o expectativas, y también lo es creer que es responsabilidad del otro hacernos felices. Muchas veces, nuestras visiones de lo que debería ser una relación están influenciadas por nuestras experiencias familiares. Nos enamoramos no solo de la persona, sino también de lo que representa su familia, idealizándola como más acogedora o servicial que la nuestra. Esta idealización puede llevarnos a descuidar nuestra propia parcela en el jardín de la relación, concentrándonos en lo que el otro hace o deja de hacer, en lugar de cuidar y mimar nuestra propia parte. Las verdaderas ilusiones en una relación surgen cuando ambos miembros se comprometen a crear un espacio compartido, un jardín donde depositar lo mejor de sí mismos para poder disfrutarlo juntos. Sin embargo, este jardín requiere de cuidado constante y atención mutua. Es fácil distraerse observando lo que sucede en el lado del otro, sin percatarnos de que estamos dejando escapar el agua que nutre nuestra propia parcela. El arte de cultivar un jardín compartido en una relación radica en aprender a equilibrar el amor propio con el amor hacia el otro, en aceptar y valorar la individualidad de cada uno, mientras se teje un vínculo sólido basado en el respeto, la confianza y la comunicación honesta. Solo así podremos convertir nuestra relación y crecimiento mutuo, donde cada día sea una oportunidad para regar y cuidar el preciado jardín que hemos construido juntos. Sara Villafranca Psicóloga
Por Ángel Martín 13 feb, 2024
El desarrollo socioemocional en el contexto escolar es un aspecto fundamental para el crecimiento integral de los niños y adolescentes y, desde una perspectiva psicológica, se reconoce que el entorno escolar desempeña un papel crucial en su crecimiento integral como personas. Por ejemplo, las interacciones con compañeros, maestros y otros miembros del personal escolar les pueden ofrecer oportunidades para el desarrollo de habilidades sociales que usarán durante el resto de sus vidas. A través de la colaboración , la resolución de conflictos y la empatía , los estudiantes aprenden a relacionarse de manera positiva con los demás. El colegio o instituto proporciona un entorno donde los niños pueden explorar y comprender sus propias emociones y comportamientos así como pueden aprender a reconocer y regularlas, algo crucial para su bienestar y en último término, alcanzar éxito académico. Las experiencias que viven en el centro escolar influyen en la percepción que tienen de sí mismos. El reconocimiento de los logros académicos y extracurriculares, así como el apoyo de los maestros y compañeros, contribuyen al desarrollo de una autoestima positiva. También, es importante fomentar la comunicación efectiva en todos los aspectos de la vida y en el contexto escolar, los niños practican habilidades de comunicación verbal y no verbal a través de discusiones en clase, presentaciones, trabajo en equipo y actividades variadas. Durante los años de formación, los estudiantes enfrentan desafíos académicos y sociales que les brindan la oportunidad de desarrollar habilidades de afrontamiento y resiliencia como aprender a manejar el fracaso, superar obstáculos y adaptarse a situaciones nuevas las cuales fomentan la capacidad de enfrentar adversidades en la vida. Para ello es también vital encontrarse en un entorno escolar que promueve la inclusión , el respeto mutuo y el sentido de pertenencia ya todo ello contribuye al bienestar socioemocional de los estudiantes. Los programas de prevención del acoso escolar , la promoción de la diversidad y la inclusión, y el fomento de un clima de apoyo y seguridad son elementos clave para crear un ambiente escolar positivo. Este tema se puede abordar desde diferentes perspectivas, siendo varias formulaciones relevantes para comprenderlas. En primer lugar, la teoría del apego de Bowlby destaca la importancia de las relaciones tempranas en la formación del vínculo emocional entre el niño y sus cuidadores. Las experiencias de apego temprano influyen en el desarrollo de la seguridad emocional y la capacidad del niño para establecer relaciones saludables en la escuela y en otros contextos sociales. En segundo lugar, la teoría del desarrollo moral de Kohlberg describe cómo los niños desarrollan su comprensión del bien y del mal a lo largo de varias etapas. La escuela desempeña un papel importante al proporcionar oportunidades para discutir temas morales y éticos, y al modelar comportamientos moralmente responsables. Existen estrategias y prácticas para fomentar el crecimiento socioemocional como el enfoque SEL que se centra en currículos estructurados, actividades prácticas y estrategias de enseñanza que promuevan la conciencia emocional, la empatía , la toma de decisiones responsable y las habilidades de relación interpersonal. No hay que dejar de lado la intervención y el apoyo psicológico mediante intervenciones individualizadas y grupales para abordar las necesidades de cada estudiante, incluyendo asesoramiento individual, grupos de apoyo, programas de manejo del estrés y técnicas de resolución de conflictos. Así mismo, se deben implementar políticas y programas para prevenir el acoso escolar y promover un ambiente inclusivo y respetuoso para todos los estudiantes. Por último, es importante que se realicen evaluaciones periódicas del clima escolar para identificar áreas de fortaleza y áreas de mejora en relación con el bienestar de los estudiantes y la cultura escolar. En resumen, el desarrollo socioemocional en el contexto escolar implica mucho más que el logro académico. Es un área multidimensional y un proceso integral que abarca la adquisición de habilidades sociales, emocionales y de autorregulación que son fundamentales para el bienestar y el éxito a lo largo de la vida. Se requiere una atención integral por parte de educadores, psicólogos escolares, padres y la comunidad en general ya que cada uno desempeña un papel importante en apoyar este desarrollo y en crear entornos que fomenten este crecimiento de los niños. Ángel Martín Gálvez Psicólogo Clínico y Forense
Por Áurea Franco 07 feb, 2024
Puede que no seas fan de Marvel o DC, pero hay que reconocer que la figura del héroe llama la atención. Casi tan antigua como la propia humanidad, son personajes admirados por su capacidad de darlo todo por causas honorables, sin importar qué adversidad se les presente. Y para muestra, solo hay que ver la cantidad de historias en las que aparecen: la Odisea con Ulises, los cómics de Batman, la serie de las Supernenas o Xena la princesa guerrera, … Vamos, que los tenemos de todas las formas y colores.
Por Irene Candelas 31 ene, 2024
Capítulo 3: El despertar de la intuición Odette aprendió a prestar atención a su voz interior, esa sensación instintiva que le indicaba qué decisiones tomar y qué camino seguir. Descubrió que la intuición era una guía poderosa en su búsqueda de conocimiento interior. Aprendió a confiar en su intuición y a utilizarla como una brújula en su camino.  La intuición le permitió tomar decisiones más acertadas, reconocer oportunidades y conectar con la esencia de las situaciones y las personas. Odette descubrió que, al sintonizarse con su intuición, podía acceder a un nivel más profundo de sabiduría y comprensión. Odette exploró el poder de la meditación como una herramienta para aquietar la mente y conectarse con su ser interior. A través de la práctica regular de la meditación, encontró calma y claridad en medio del caos cotidiano. La meditación le permitió observar sus pensamientos y emociones sin juzgarlos, lo que le brindó una mayor comprensión de sí misma. En la quietud de la meditación, Odette experimentó momentos de profundo silencio y conexión con algo más grande que ella misma. Descubrió que la meditación era un portal hacia la expansión de la conciencia y una vía para acceder a niveles más profundos de conocimiento interior. La atención plena se convirtió en una práctica fundamental en la vida de Odette. Aprendió a vivir el presente de manera consciente, prestando atención plena a cada experiencia, cada sensación y cada pensamiento. La atención plena le permitió estar completamente presente en el aquí y ahora, sin preocuparse por el pasado o el futuro. A través de la atención plena, Odette cultivó una mayor autoconciencia y una conexión más profunda con su entorno. Se dio cuenta de que al estar plenamente presente en cada momento, podía captar detalles y enseñanzas que de otra manera pasarían desapercibidos. La atención plena se convirtió en una herramienta poderosa para ampliar su conocimiento interior. Odette encontró inspiración y enseñanzas en la naturaleza que la rodeaba. Observando el flujo de las estaciones, la interacción de los elementos y la belleza de los paisajes, descubrió valiosas lecciones sobre el ciclo de la vida, la impermanencia y la interconexión de todas las cosas. A través de la contemplación de la naturaleza, Odette aprendió a apreciar la simplicidad y la armonía presentes en cada ser vivo. Descubrió que la naturaleza era una maestra silenciosa que le mostraba el camino hacia el conocimiento interior. Odette comprendió que el amor y la compasión eran fuerzas poderosas que podían transformar su vida y su relación con el mundo. Aprendió a cultivar el amor hacia sí misma y hacia los demás, reconociendo la interconexión que existía entre todos los seres. A través del amor y la compasión, Odette descubrió una nueva forma de ver el mundo, con mayor empatía y comprensión. Reconoció que el conocimiento interior no solo se trataba de adquirir información, sino también de cultivar virtudes como el amor, la compasión y la bondad hacia todos los seres. Continuará... Irene Candelas Psicóloga
Por María Sánchez 25 ene, 2024
Cuando nuestros hijos son pequeños y comienzan a andar, nos parece fundamental enseñarles cómo los semáforos regulan el tráfico. Si está en verde podemos avanzar y si está en naranja o en rojo, debemos esperar. Así evitamos que crucen cuando está en rojo y que les pueda pasar algo si viene un coche muy rápido.  De la misma manera, cuando empiezan a ser más mayores, les podemos explicar que el semáforo también nos sirve como regulador emocional. Al igual que controla el tráfico, nos ayuda a controlar nuestras emociones. Os lo vamos a explicar con un ejemplo: “ Me he enfadado mucho porque un compañero me dió un balonazo con la pelota mientras jugaba al fútbol ”. Mi primer impulso podría ser correr hacia él y gritarle, preguntándole por qué me ha pegado e incluso podría llegar a pegarle. Pero... vamos a pensar en nuestro semáforo: - Primero, nos lo encontramos en ROJO , debemos PARAR. Igual que cuando paramos ante un semáforo en la calle, debemos parar para que no nos atropelle todo nuestro enfado. Así, vamos a evitar gritar y pegar a nuestro compañero, lo que luego nos haría sentirnos mal. Mientras estamos en rojo, vamos a intentar relajarnos, podemos respirar, irnos a un lugar más tranquilo donde nadie nos moleste, ... lo que a cada uno nos sirva para tranquilizarnos. - Cuando ya estamos mejor, el semáforo pasa al color NARANJA , debemos PENSAR. Es el momento de pararnos un momento y pensar, ¿qué es lo que ha pasado? Igual nuestro compañero no se ha dado cuenta de que estábamos allí o nos ha dado sin querer. - Después de pensar y llegar a nuestra conclusión, pasamos al color VERDE , con el que PASAMOS A LA ACCIÓN. Ahora, ya podemos ir a nuestro compañero y en vez de gritarle o pegarle, le podemos decir que nos ha dado y nos ha molestado. Si hemos pensado que lo ha hecho queriendo, podemos ir al profesor o a la profesora y decirle lo que ha pasado. ¿Os animáis a ponerlo en marcha? Esperamos que os ayude en vuestro día a día y si no, no dudéis a poneros en contacto con nosotros, para trabajar la regulación emocional de manera más específica, mediante otras técnicas . María Sánchez Psicóloga y Logopeda
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